Oscuras sombras y un largo pasillo. No veo nada más allá de mi. Oigo pasos que se acercan, me giro. No hay nadie.
De repente todo cambia. Estoy en una habitación redonda en la que no se ve el techo, iluminada con velas y antorchas. En el centro hay un bulto inmóvil, me acerco. Está llorando. ¿Qué es esa cosa? Se mueve, se pone en pie y me mira con sus ojos rojos. Es mi padre. Sonríe y se gira, hay algo detrás suyo. Es una mujer rubia, muy guapa pero con pequeños ojos de cerdito. Es Gertrude, pero no es ella, no puede ser. Se besan, una y otra vez, sonríen y me vuelven a mirar.
- Bienvenida hija- dice mi padre.
- ¿Qué tal por Alaska?-dice aquella rubia- queriamos darte una sorpresa.
Estoy sin habla. ¿Qué ha pasado? No reconozco a mi padre, esto no es posible, no es posible que mi peor pesadilla se esté cumpliendo.
Metida de lleno en mis pensamientos no me fijé que Gertrude seguía hablando:
- Te presento a mi hijo- dijo mientras señalaba detrás de mi.
Era aquel chico del avión. No puede ser, Gertrude no tiene hijos.
-Oye, Chrisalice, despierta- oí a lo lejos.
Mi padre, Gertrude y aquel chico se empezaban a ver borrosos y me saludaban con la mano.
Me despierto. Estoy en el avión, empapada en sudor. Deena esta a mi lado mirándome.
-¿ Qué te pasa? ¿Has tenido una pesadilla?
- Sí- le respondo.
Decide no seguir preguntando.
- Vamos a aterrizar dentro de nada.
- Vale.
Me acomódo en el asiento y miro atrás en busca de aquel chico. Me sigue mirando, ¿qué le pasa? Parece preocupado.“Tal vez sólo esté pensando en su novia, boba, a ti no te mira, ni lo hará." Ojalá...
Vuelvo la vista hacia adelante y suspiro.
-¿Estás nerviosa?- me pregunta Deena.
La miro. Está seria y blanca. Parece que toda esa efusividad y entusiasmo se a esfumado de su ser.
-No, ¿y tú?
-Muchisimo, soy muy mala haciendo amigos, tengo pánico a las nuevas situaciones.
-¿Y porqué estás aqui?
-Mi padre es el director del centro.
-Vaya, no se que decir a esto...
-No hace falta.
-Yo seré tu amiga.
-¿Sí?¿de verdad?
Ya a vuelto esa locura suya y su voz de pito.
-Claro.
-No sabes la ilusión que me hace.
Está muy sonriente, da hasta miedo.
Se oye un altavoz en el cual dice que recojamos las cosas y que por favor no nos olvidemos nada porque en unos minutos aterrizaremos.
el rincón de la morena
miércoles, 3 de julio de 2013
viernes, 17 de febrero de 2012
descendiente
Pasó por delante del capó de su coche y entró por la otra puerta. Arrancó el coche y se puso en marcha.
Es difícil despedirse de algo o de alguien que aprecias mucho, sobre todo cuando te vas a una isla semi desierta, llena de vete tú a saber que y a la otra punta del país. Pero tengo la sensación de que este viaje lo recordaré toda mi vida, y no solo porque vaya a hacer amistades que aquí en Atlanta no pude.
Mi padre me miró y me dijo:
-¿estas segura de que quieres irte? mira que aún estamos a tiempo de llamar y que cancelen tu matrícula.
-si papá, necesito tener un poquito de vida social y enterarme de que va el mundo antes de cumplir la mayoría de edad, cosa que aquí estoy segura de que no haré.
-la verdad es que tienes razón.
-pero si me paro a pensar me lleno de nostalgia, demasiada diría yo.
-supongo que eso será pasajero, solo hasta que vuelvas. ¿pongo la radio?
-claro ¿por qué no?
mi padre presionó el botón On y de pronto se empezó a oír una música muy rara pero como sé que a mi padre le gusta no quise molestarle, además tiene su puntito.
Al cabo de dos horas y media en el coche, con olor a pino, los atascos, el calor que hace el 2 de septiembre, y la canción repetitiva de la radio que parece haberse atascado, llegamos al aeropuerto. Mi padre bajó primero, me abrió la puerta y abrió el maletero para sacar las maletas.
De repente noté algo detrás de mí, mi respiración se hizo corta y fue como si en mundo fuera a cámara lenta. Me giré rápido, había tenido la sensación de que alguien me vigilaba. Al volverme mi padre me estaba mirando muy serio.
-¿qué te pasa? ¿qué miras?
-nada papá he tenido la sensación de que conocía a una persona-mentí.
-ahh...¿y no la conoces, no?
-no.
-bueno vayamos ya que tu avión despega en media hora.
Entramos en el aeropuerto y eché un vistazo al panel de vuelos deseando que el mío no lo hubieran cancelado. Habían diecisiete vuelos cancelados, pero por alguna parte debe haber un ángel o demonio, como prefiráis, que hizo que el mio no estuviera cancelado. Una vocecilla gritona anunció por megafonía:
-Señores pasajeros del vuelo 623 con destino a Alaska: se les ruega que suban al avión que en breve va a efectuar su despegue por el pasillo quince, gracias.
Nos encaminamos hacia ese pasillo quince donde, antes del túnel que lleva al avión, revisaron mi equipaje, como de costumbre.
Llegó la hora de despedirse.¡Jolin que mal se me da esto! De mis ojos brotaron dos lágrimas y mi padre me abrazó tan intensamente que casi me asfixia.
-Prométeme que te portarás bien y que no te meterás en líos.
-te lo prometo.
Me besó la frente y pasé en control de metales, una vez pasado las azafatas revisaron mi billete. Cuando lo comprobaron, subí a bordo. En el trayecto de camino a mi asiento alguien me empujó y caí encima de un chico, no más mayor que yo, y le tiré el zumo encima.
-¡lo siento!-tartamudeé.
-¡mira lo que as hecho, niñata!-me gritó.
-lo siento-repetí- no lo hice adrede, me empujaron y yo...
Me quedé sin habla por que aquel chico había levantado la cabeza para mirarme con cara de enfado. Era perfecto. pelo rubio, lacio, perfecto. Ojos verdes, grandes, perfectos. Labios carnosos, de color carmesí, perfectos...
-¡eh! ¿me estás escuchando?-gritó él.
Volví a la realidad y me quedé mirándole pero esta vez sin alucinar.
-te he dicho que mires por donde vas, niñata.
-lo siento-volví a repetir.
-largarte- me gritó.
Le obedecí y fui rápidamente a mi asiento, roja como un tomate, en parte alegrándome por el semidiós que acababa de ver y enfadándome conmigo misma por ser tan torpe. De todas las formas que podía haber conocido a ese chico voy yo y hago la mas difícil de todas. Giré la cabeza para verlo y observarlo mejor. Seguía limpiándose pero pude ver unos brazos fuertes, no mucho, pero fuertes, un abdomen perfectamente dividido en rectángulos, una espalda ancha y amplia que le hace parecer tan imponente...¡Jolin Chrisalice, más torpe y no naces! Seguí mirándole hasta que una voz aniñada me dijo:
-hola, ¿hay alguien sentado contigo?
Me giré y vi a una chica muy flaca, pelirroja y unos grandes ojos marrones que casualmente vestía el mismo uniforme que al del instituto al que voy a ir.
-no, no hay nadie-le dije volviendo a mirar al chico que parecía haberse olvidado de que le había manchado.
-me llamo Deena.
-yo soy Chrisalice.
-¡vaya que bonito nombre!
-gracias.
-¿a donde vas?
-creo que al mismo instituto que tú porque tu uniforme es igual que el mío.
-¿si?-soltó un gritito- ¡genial! así estaremos juntas.
"si, yupi, genial, he echo una nueva amiga y resulta que esta medio loca"
-por cierto, ¿a quien miras?-dijo levantando la cabeza por encima del asiento intentando ver lo que yo veía.
-¡nada!-dije corriendo y sentándome en el asiento roja como me suelo poner.
Deena me miró:
-te has puesto roja-dijo-ya se por qué: tu has visto a un chico guapísimo ¿verdad?
-¿yo? no, que va.
-entonces ¿que mirabas?
-nada-mentí- pensaba que había perdido unos pendientes pero los tenia en el bolsillo.
-ah, ¿te importa?-dijo sacando un mp3 y mostrándomelo.
-no, no me molesta.
Se puso los auriculares y empezó a cantar sin que se le entendiera la letra de la canción. Yo volví la cabeza hacia el chico una última vez antes de dormirme. ¡me estaba mirando! tal vez si, tal vez no pero me miraba entré preocupado y pensativo, giré la cabeza demasiado rápido, demasiado. Realmente era guapisimo y probablemente no lo vuelva a ver o tenga novia o yo sea la última persona que desea ver en el mundo, el hecho es que es una meta inalcanzable. "lo mejor será olvidarse de él". Cogí mi mp3 del bolso, me puse música y me quedé profundamente dormida.
Es difícil despedirse de algo o de alguien que aprecias mucho, sobre todo cuando te vas a una isla semi desierta, llena de vete tú a saber que y a la otra punta del país. Pero tengo la sensación de que este viaje lo recordaré toda mi vida, y no solo porque vaya a hacer amistades que aquí en Atlanta no pude.
Mi padre me miró y me dijo:
-¿estas segura de que quieres irte? mira que aún estamos a tiempo de llamar y que cancelen tu matrícula.
-si papá, necesito tener un poquito de vida social y enterarme de que va el mundo antes de cumplir la mayoría de edad, cosa que aquí estoy segura de que no haré.
-la verdad es que tienes razón.
-pero si me paro a pensar me lleno de nostalgia, demasiada diría yo.
-supongo que eso será pasajero, solo hasta que vuelvas. ¿pongo la radio?
-claro ¿por qué no?
mi padre presionó el botón On y de pronto se empezó a oír una música muy rara pero como sé que a mi padre le gusta no quise molestarle, además tiene su puntito.
Al cabo de dos horas y media en el coche, con olor a pino, los atascos, el calor que hace el 2 de septiembre, y la canción repetitiva de la radio que parece haberse atascado, llegamos al aeropuerto. Mi padre bajó primero, me abrió la puerta y abrió el maletero para sacar las maletas.
De repente noté algo detrás de mí, mi respiración se hizo corta y fue como si en mundo fuera a cámara lenta. Me giré rápido, había tenido la sensación de que alguien me vigilaba. Al volverme mi padre me estaba mirando muy serio.
-¿qué te pasa? ¿qué miras?
-nada papá he tenido la sensación de que conocía a una persona-mentí.
-ahh...¿y no la conoces, no?
-no.
-bueno vayamos ya que tu avión despega en media hora.
Entramos en el aeropuerto y eché un vistazo al panel de vuelos deseando que el mío no lo hubieran cancelado. Habían diecisiete vuelos cancelados, pero por alguna parte debe haber un ángel o demonio, como prefiráis, que hizo que el mio no estuviera cancelado. Una vocecilla gritona anunció por megafonía:
-Señores pasajeros del vuelo 623 con destino a Alaska: se les ruega que suban al avión que en breve va a efectuar su despegue por el pasillo quince, gracias.
Nos encaminamos hacia ese pasillo quince donde, antes del túnel que lleva al avión, revisaron mi equipaje, como de costumbre.
Llegó la hora de despedirse.¡Jolin que mal se me da esto! De mis ojos brotaron dos lágrimas y mi padre me abrazó tan intensamente que casi me asfixia.
-Prométeme que te portarás bien y que no te meterás en líos.
-te lo prometo.
Me besó la frente y pasé en control de metales, una vez pasado las azafatas revisaron mi billete. Cuando lo comprobaron, subí a bordo. En el trayecto de camino a mi asiento alguien me empujó y caí encima de un chico, no más mayor que yo, y le tiré el zumo encima.
-¡lo siento!-tartamudeé.
-¡mira lo que as hecho, niñata!-me gritó.
-lo siento-repetí- no lo hice adrede, me empujaron y yo...
Me quedé sin habla por que aquel chico había levantado la cabeza para mirarme con cara de enfado. Era perfecto. pelo rubio, lacio, perfecto. Ojos verdes, grandes, perfectos. Labios carnosos, de color carmesí, perfectos...
-¡eh! ¿me estás escuchando?-gritó él.
Volví a la realidad y me quedé mirándole pero esta vez sin alucinar.
-te he dicho que mires por donde vas, niñata.
-lo siento-volví a repetir.
-largarte- me gritó.
Le obedecí y fui rápidamente a mi asiento, roja como un tomate, en parte alegrándome por el semidiós que acababa de ver y enfadándome conmigo misma por ser tan torpe. De todas las formas que podía haber conocido a ese chico voy yo y hago la mas difícil de todas. Giré la cabeza para verlo y observarlo mejor. Seguía limpiándose pero pude ver unos brazos fuertes, no mucho, pero fuertes, un abdomen perfectamente dividido en rectángulos, una espalda ancha y amplia que le hace parecer tan imponente...¡Jolin Chrisalice, más torpe y no naces! Seguí mirándole hasta que una voz aniñada me dijo:
-hola, ¿hay alguien sentado contigo?
Me giré y vi a una chica muy flaca, pelirroja y unos grandes ojos marrones que casualmente vestía el mismo uniforme que al del instituto al que voy a ir.
-no, no hay nadie-le dije volviendo a mirar al chico que parecía haberse olvidado de que le había manchado.
-me llamo Deena.
-yo soy Chrisalice.
-¡vaya que bonito nombre!
-gracias.
-¿a donde vas?
-creo que al mismo instituto que tú porque tu uniforme es igual que el mío.
-¿si?-soltó un gritito- ¡genial! así estaremos juntas.
"si, yupi, genial, he echo una nueva amiga y resulta que esta medio loca"
-por cierto, ¿a quien miras?-dijo levantando la cabeza por encima del asiento intentando ver lo que yo veía.
-¡nada!-dije corriendo y sentándome en el asiento roja como me suelo poner.
Deena me miró:
-te has puesto roja-dijo-ya se por qué: tu has visto a un chico guapísimo ¿verdad?
-¿yo? no, que va.
-entonces ¿que mirabas?
-nada-mentí- pensaba que había perdido unos pendientes pero los tenia en el bolsillo.
-ah, ¿te importa?-dijo sacando un mp3 y mostrándomelo.
-no, no me molesta.
Se puso los auriculares y empezó a cantar sin que se le entendiera la letra de la canción. Yo volví la cabeza hacia el chico una última vez antes de dormirme. ¡me estaba mirando! tal vez si, tal vez no pero me miraba entré preocupado y pensativo, giré la cabeza demasiado rápido, demasiado. Realmente era guapisimo y probablemente no lo vuelva a ver o tenga novia o yo sea la última persona que desea ver en el mundo, el hecho es que es una meta inalcanzable. "lo mejor será olvidarse de él". Cogí mi mp3 del bolso, me puse música y me quedé profundamente dormida.
miércoles, 15 de febrero de 2012
descendiente
-Bueno John, ahora que tu hija se va tendrá que haber una reina suplente que mantenga esto en orden ¿no?- le dijo guiñandole un ojo.
Mi padre y yo alzamos la misma ceja a la vez.
-De no ser por eso diría que no soy padre e hija. Bueno creo que ya me voy. ¡Ah! por cierto tengo un par de cosillas para vosotros-nos dijo enseñando una gran bolsa-tranquilos no es ninguna molestia, es más, me agrada hacerlo. Adiós Chrisalice. Hasta luego John.
Y dicho esto le lanzó un beso y lo remató haciendo en el aire la figura de un corazón. Cogí la bolsa, la puse en la encimera y la abrí.
-¡Qué asco! ¿Qué pretende esa rubia con esto, no sentirse discriminada por esas enormes dimensiones?
-Vamos Chrissy, no seas así-me dijo el buenazo del inframundo-además no está tan mal lo que ha traido, ¿ves? aqui tienes salchichas, embutido, hamburguesas, lomo y crema de cacahuete.
Miré a mi padre con cara de circunstancia intentando que viera que yo tenía razón. Él suspiró:
-entiendela está sola y nosotros somos lo único que tiene que se le parezca, necesita a alguien a quién mimar.
Harta le dije:
-primero:no, no la entiendo. No entiendo nada de por que hace todas estas cosas, no entiendo su manera de hacer estas cosas; y segundo: te recuerdo que tiene la casa llenita de gatos a los que puede mimar.
Mi padre miró al techo y volvió a suspirar.
-¿por qué la odias tanto?
Esa pregunta me dejo fuera de juego: tenía, por una vez, razón. ¿por qué la odiaba tanto?
-Supongo que es por todo. Por sus intenciones, porque viene cuando le apetece, por que quiere hacer el papel que llevas haciendo tu desde hace diecisiete años, por que veo sus intenciones papá, quiere suplantarme.
Mi padre se acercó y me abrazó.
-Nadie te va a suplantar.
-Ya lo sé pero van a ser dos años los que voy a estar fuera y pueden pasar muchas cosas.
-Ya sabes que aquí las cosas no van a cambiar, en todo caso eso te pasará a ti-me dijo sonriéndo- conocerás a un chico guapo, que te haga reír y te trate como la princesa que eres y tu te harás la dura como siempre pero al final te acabarás enamorando incluso más que él.
Roja como un tomate le golpeé en el brazo. Mi padre siguió riendo y yo acabé por reirme también.
-Te voy a echar de menos, pequeña.
-Yo también, papá.
-Venga vamonos ya que si no tu avión despega y te quedas en tierra.
Salimos al porche y mi padre cogió mis maletas.
-Por cieto te he cogido el portátil de tu cama, casi te lo dejas-dijo sonriendo maliciosamente.
Entorné los ojos y le dije:
-Sabes que odio que entres en mi cuarto.
-No creo que haya algo que no haya visto ya.
-Bueno y si un día resulta que si,eh, ¿Cómo reaccionarias si me dejara la ropa sucia en el suelo y tu entraras y la vieras ahí?
-Sé que eso es imposible que pase por que eres una niñita educada, con modale y una buena disciplina que te he inculcado yo- me dijo dandome un beso en la frente.
-Pero ¿y si pasara?
-No va a pasar-dijo- ¿ya te as olvidado de cuando eras pequeña y me pedías por favor que durmiera contigo por que te daban miedo los cuadros?
-Ni lo menciones, todavía estoy arrepintiendome.
Mi padre me miró seriamente un momento y después sonrió cariñosamente.
-Voy a echar de menos ese humor tan raro que tienes.
-Ja, ja.
Mi padre se puso serio, se acercó a mi y me miró fijamente a los ojos.
-Oye Chrisy, al primer indicio que sientas o que veas que te ocurre algo me llamas.
-¿Algo como que se manifieste el don que dices tu que tengo?
Mi padre se puso muy tenso.
-Vale, perdón, sé que esto no es para tomarselo en broma.
-Chrisalice, debes comprender que ya no te voy a poder proteger, que vas a salir e irte a la otra punta del país y que debes tomartelo muy en serio.
-Oye papá, ¿y si es un don estúpido y no sirve para nada?
-Yo sé que no es un don estúpido y con eso me basta.
Me abrazó y me abrió la puerta del coche rumbo al aeropuerto.
Mi padre y yo alzamos la misma ceja a la vez.
-De no ser por eso diría que no soy padre e hija. Bueno creo que ya me voy. ¡Ah! por cierto tengo un par de cosillas para vosotros-nos dijo enseñando una gran bolsa-tranquilos no es ninguna molestia, es más, me agrada hacerlo. Adiós Chrisalice. Hasta luego John.
Y dicho esto le lanzó un beso y lo remató haciendo en el aire la figura de un corazón. Cogí la bolsa, la puse en la encimera y la abrí.
-¡Qué asco! ¿Qué pretende esa rubia con esto, no sentirse discriminada por esas enormes dimensiones?
-Vamos Chrissy, no seas así-me dijo el buenazo del inframundo-además no está tan mal lo que ha traido, ¿ves? aqui tienes salchichas, embutido, hamburguesas, lomo y crema de cacahuete.
Miré a mi padre con cara de circunstancia intentando que viera que yo tenía razón. Él suspiró:
-entiendela está sola y nosotros somos lo único que tiene que se le parezca, necesita a alguien a quién mimar.
Harta le dije:
-primero:no, no la entiendo. No entiendo nada de por que hace todas estas cosas, no entiendo su manera de hacer estas cosas; y segundo: te recuerdo que tiene la casa llenita de gatos a los que puede mimar.
Mi padre miró al techo y volvió a suspirar.
-¿por qué la odias tanto?
Esa pregunta me dejo fuera de juego: tenía, por una vez, razón. ¿por qué la odiaba tanto?
-Supongo que es por todo. Por sus intenciones, porque viene cuando le apetece, por que quiere hacer el papel que llevas haciendo tu desde hace diecisiete años, por que veo sus intenciones papá, quiere suplantarme.
Mi padre se acercó y me abrazó.
-Nadie te va a suplantar.
-Ya lo sé pero van a ser dos años los que voy a estar fuera y pueden pasar muchas cosas.
-Ya sabes que aquí las cosas no van a cambiar, en todo caso eso te pasará a ti-me dijo sonriéndo- conocerás a un chico guapo, que te haga reír y te trate como la princesa que eres y tu te harás la dura como siempre pero al final te acabarás enamorando incluso más que él.
Roja como un tomate le golpeé en el brazo. Mi padre siguió riendo y yo acabé por reirme también.
-Te voy a echar de menos, pequeña.
-Yo también, papá.
-Venga vamonos ya que si no tu avión despega y te quedas en tierra.
Salimos al porche y mi padre cogió mis maletas.
-Por cieto te he cogido el portátil de tu cama, casi te lo dejas-dijo sonriendo maliciosamente.
Entorné los ojos y le dije:
-Sabes que odio que entres en mi cuarto.
-No creo que haya algo que no haya visto ya.
-Bueno y si un día resulta que si,eh, ¿Cómo reaccionarias si me dejara la ropa sucia en el suelo y tu entraras y la vieras ahí?
-Sé que eso es imposible que pase por que eres una niñita educada, con modale y una buena disciplina que te he inculcado yo- me dijo dandome un beso en la frente.
-Pero ¿y si pasara?
-No va a pasar-dijo- ¿ya te as olvidado de cuando eras pequeña y me pedías por favor que durmiera contigo por que te daban miedo los cuadros?
-Ni lo menciones, todavía estoy arrepintiendome.
Mi padre me miró seriamente un momento y después sonrió cariñosamente.
-Voy a echar de menos ese humor tan raro que tienes.
-Ja, ja.
Mi padre se puso serio, se acercó a mi y me miró fijamente a los ojos.
-Oye Chrisy, al primer indicio que sientas o que veas que te ocurre algo me llamas.
-¿Algo como que se manifieste el don que dices tu que tengo?
Mi padre se puso muy tenso.
-Vale, perdón, sé que esto no es para tomarselo en broma.
-Chrisalice, debes comprender que ya no te voy a poder proteger, que vas a salir e irte a la otra punta del país y que debes tomartelo muy en serio.
-Oye papá, ¿y si es un don estúpido y no sirve para nada?
-Yo sé que no es un don estúpido y con eso me basta.
Me abrazó y me abrió la puerta del coche rumbo al aeropuerto.
sábado, 21 de enero de 2012
descendiente
Mucha gente cree que estamos solos, que sólo hay seres humanos vulnerables a cualquier ataque.
Pero lo que no saben es que estamos rodeados se seres que se hacen pasar por personas, viven cerca nuestra sin hacernos saber qué son, sin hacernos daño, con cuidado de que no sospechemos nada cuidando cada detalle, cada milésima.
Claro que, en todos los sitios, y no menos en este, siempre hay un grupo de personas que no están de acuerdo con las cosas, es decir, los malos.
Bien, esta es mi historia, en esta época, siglo XXI. Me llamo Chrisalice y no se porqué nací con un Don. Un don que muchas criaturas temen, un don que aun no he descubierto pero que lo haré.
Mi historia se remonta a el día de mi nacimiento. Mi madre estaba tumbada en el sofá mirando la tele, padre no tengo, abandonó a mi madre cuando tuvo ocasión y se largo sin dar señales de vida. Poco después mi madre descubrió que estaba embarazada de mi. Pero vayamos donde estábamos, mi madre estaba tumbada mirando la tele y llamaron a la puerta. Aunque ya había perdido toda esperanza de que fuera mi padre un ramillete de ilusión asomaba en su rostro. Abrió la puerta y quién había allí no era mi padre, era un hombre alto, con la cara entre las sombras y llameantes ojos rojos. Prefiero omitir lo que le pasó a mi madre ya que podría herir los sentimientos de los más sensibles sólo diré que ese hombre, que ahora es mi padre, me salvó de un destino atroz a manos de esa mujer a la que él mismo mató. Salió conmigo en brazos y embutida en una manta al cabo de unos treinta minutos.
De esto hace ya diecisiete años y como decía aquel hombre se convirtió en mi padre y nunca me a ocultado nada de lo que pasó ese día. Hombre yo ya sospechaba algo al ver que él es blanco ceniciento y rubio y yo soy de tez más bien oscura y morena. Él nunca ha salido de casa por qué tiene los ojos rojos y no los puede ocultar con nada, nunca ha envejecido así que realmente no se cual es su edad. No es un vampiro es un demonio desterrado del inframundo x ser "bueno", le arrancaron sus cuernos, su cola y sus alas de cuajo como penitencia y lo enviaron a la tierra a vagar eternamente, lo único que conserva son los ojos y las cicatrices.
Vivo en una casa a las afueras de Atlanta, no es muy grande pero tampoco es pequeña pintada de rojo y las tejas negras, preciosa. Voy a echar de menos ese lugar, sus escaleras en el porche donde solía esperar a mi padre cuando volvía de la escuela, sus cuadros con un aire gótico y surrealista que tanto gustan a mi padre, sus habitaciones cada una dedicada exclusivamente a una zona de la casa y a Myra la pitón albina de mi padre a la que adoro por encima de todo, mi habitación forrada de pósters como la habitación de cualquier adolescente, el salón donde me sentaba junto a la chimenea para que mi padre me contara sus historias del inframundo cuando era pequeña...Voy a echar de menos tantas cosas...Digo esto porqué mi padre quiere que vaya a un buen instituto que, según él, aquí no encontraré, así que me envía a estudiar a Kodiak, una isla de Alaska. Realmente me da pánico irme a un sitio nueva porque soy muy mala conociendo gente y seguro que aunque sea un buen instituto habrán las típicas niñas ricas, egocéntricas y mimadas que si eres un desecho social te amargaran la vida con su palabreria de niñas pijas y su cuerpazo de modelo retirada. Ahora mismo estoy en mi habitación recogiendo mis ultimas cosas para meterlas en la maleta e irme que mi avión despega dentro de dos horas. Cogí mi mp3, me coloqué los cascos en las orejas y puse mi canción favorita. Cerré la maleta y salí por la puerta escaleras abajo a esperar a que mi padre volviera de trabajar y me llevara al aeropuerto. De camino pasé por la cocina y me hice un sandwich, aún con los cascos puestos. De repente unas manos regorditas vinieron x detrás y me dieron un susto. Olé su gracia que hizo que se me callera el sandwich al suelo.
-¡oh, te voy a echar tanto de menos, cosita mía!
Mi cara era un poema: ¿"cosita mía"? por favor que me caiga un rayo.
Gertrude Smith, la tía más patética y estúpida que te puedas hechar a la cara. Es rubia de bote, tiene unos ojos marrones diminutos similares a los de los cerdo, es pequeñisima, y eso que yo no puedo alardear de ser un pino, y muy gorda, va siempre vestida con vestidos estremadamente estrechos para ella intentando embutir sus lorzas. Lleva intentando ligar con mi padre desde que tengo uso de razón y si yo fuera mi padre tendría la decencia de decirle que dejara de hacer un poquito el ridículo pero como soy yo pues me tengo que callar y ser una niña buena.
-Estoy segura de que tu, dentro de esa coraza que me tienes puesta, me vas a echar mucho de menos- me dijo.
Evitando las náuseas contesté:
-Por supuesto, no me cabe duda.
Por la puerta de la cocina entró mi salvación, un dios, el ser que merecerá mi adoración durante muchos años y que me va a sacar de las garras de esa perra en celo, mi padre.
-¿qué, ya estás lista?-me dijo.
Posiblemente os estaréis preguntando que llevará mi padre en los ojos para que Gertrude no los vea, pues le dice siempre que está probando lentillas para enviarlas a las películas de Hollywood por que es investigador de ese tipo de cosas y las modifica o las hace mejores y ella como es de esperar se lo cree.
-si papá-le respondí yo con una sonrisa de oreja a oreja.
-hola John-dijo Gertrude con voz cantarina.
-hola Gertrude-le saludó mi padre con su voz aterciopelada, poniéndose a mi lado y posando su mano en mi cadera.
Pero lo que no saben es que estamos rodeados se seres que se hacen pasar por personas, viven cerca nuestra sin hacernos saber qué son, sin hacernos daño, con cuidado de que no sospechemos nada cuidando cada detalle, cada milésima.
Claro que, en todos los sitios, y no menos en este, siempre hay un grupo de personas que no están de acuerdo con las cosas, es decir, los malos.
Bien, esta es mi historia, en esta época, siglo XXI. Me llamo Chrisalice y no se porqué nací con un Don. Un don que muchas criaturas temen, un don que aun no he descubierto pero que lo haré.
Mi historia se remonta a el día de mi nacimiento. Mi madre estaba tumbada en el sofá mirando la tele, padre no tengo, abandonó a mi madre cuando tuvo ocasión y se largo sin dar señales de vida. Poco después mi madre descubrió que estaba embarazada de mi. Pero vayamos donde estábamos, mi madre estaba tumbada mirando la tele y llamaron a la puerta. Aunque ya había perdido toda esperanza de que fuera mi padre un ramillete de ilusión asomaba en su rostro. Abrió la puerta y quién había allí no era mi padre, era un hombre alto, con la cara entre las sombras y llameantes ojos rojos. Prefiero omitir lo que le pasó a mi madre ya que podría herir los sentimientos de los más sensibles sólo diré que ese hombre, que ahora es mi padre, me salvó de un destino atroz a manos de esa mujer a la que él mismo mató. Salió conmigo en brazos y embutida en una manta al cabo de unos treinta minutos.
De esto hace ya diecisiete años y como decía aquel hombre se convirtió en mi padre y nunca me a ocultado nada de lo que pasó ese día. Hombre yo ya sospechaba algo al ver que él es blanco ceniciento y rubio y yo soy de tez más bien oscura y morena. Él nunca ha salido de casa por qué tiene los ojos rojos y no los puede ocultar con nada, nunca ha envejecido así que realmente no se cual es su edad. No es un vampiro es un demonio desterrado del inframundo x ser "bueno", le arrancaron sus cuernos, su cola y sus alas de cuajo como penitencia y lo enviaron a la tierra a vagar eternamente, lo único que conserva son los ojos y las cicatrices.
Vivo en una casa a las afueras de Atlanta, no es muy grande pero tampoco es pequeña pintada de rojo y las tejas negras, preciosa. Voy a echar de menos ese lugar, sus escaleras en el porche donde solía esperar a mi padre cuando volvía de la escuela, sus cuadros con un aire gótico y surrealista que tanto gustan a mi padre, sus habitaciones cada una dedicada exclusivamente a una zona de la casa y a Myra la pitón albina de mi padre a la que adoro por encima de todo, mi habitación forrada de pósters como la habitación de cualquier adolescente, el salón donde me sentaba junto a la chimenea para que mi padre me contara sus historias del inframundo cuando era pequeña...Voy a echar de menos tantas cosas...Digo esto porqué mi padre quiere que vaya a un buen instituto que, según él, aquí no encontraré, así que me envía a estudiar a Kodiak, una isla de Alaska. Realmente me da pánico irme a un sitio nueva porque soy muy mala conociendo gente y seguro que aunque sea un buen instituto habrán las típicas niñas ricas, egocéntricas y mimadas que si eres un desecho social te amargaran la vida con su palabreria de niñas pijas y su cuerpazo de modelo retirada. Ahora mismo estoy en mi habitación recogiendo mis ultimas cosas para meterlas en la maleta e irme que mi avión despega dentro de dos horas. Cogí mi mp3, me coloqué los cascos en las orejas y puse mi canción favorita. Cerré la maleta y salí por la puerta escaleras abajo a esperar a que mi padre volviera de trabajar y me llevara al aeropuerto. De camino pasé por la cocina y me hice un sandwich, aún con los cascos puestos. De repente unas manos regorditas vinieron x detrás y me dieron un susto. Olé su gracia que hizo que se me callera el sandwich al suelo.
-¡oh, te voy a echar tanto de menos, cosita mía!
Mi cara era un poema: ¿"cosita mía"? por favor que me caiga un rayo.
Gertrude Smith, la tía más patética y estúpida que te puedas hechar a la cara. Es rubia de bote, tiene unos ojos marrones diminutos similares a los de los cerdo, es pequeñisima, y eso que yo no puedo alardear de ser un pino, y muy gorda, va siempre vestida con vestidos estremadamente estrechos para ella intentando embutir sus lorzas. Lleva intentando ligar con mi padre desde que tengo uso de razón y si yo fuera mi padre tendría la decencia de decirle que dejara de hacer un poquito el ridículo pero como soy yo pues me tengo que callar y ser una niña buena.
-Estoy segura de que tu, dentro de esa coraza que me tienes puesta, me vas a echar mucho de menos- me dijo.
Evitando las náuseas contesté:
-Por supuesto, no me cabe duda.
Por la puerta de la cocina entró mi salvación, un dios, el ser que merecerá mi adoración durante muchos años y que me va a sacar de las garras de esa perra en celo, mi padre.
-¿qué, ya estás lista?-me dijo.
Posiblemente os estaréis preguntando que llevará mi padre en los ojos para que Gertrude no los vea, pues le dice siempre que está probando lentillas para enviarlas a las películas de Hollywood por que es investigador de ese tipo de cosas y las modifica o las hace mejores y ella como es de esperar se lo cree.
-si papá-le respondí yo con una sonrisa de oreja a oreja.
-hola John-dijo Gertrude con voz cantarina.
-hola Gertrude-le saludó mi padre con su voz aterciopelada, poniéndose a mi lado y posando su mano en mi cadera.
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