Oscuras sombras y un largo pasillo. No veo nada más allá de mi. Oigo pasos que se acercan, me giro. No hay nadie.
De repente todo cambia. Estoy en una habitación redonda en la que no se ve el techo, iluminada con velas y antorchas. En el centro hay un bulto inmóvil, me acerco. Está llorando. ¿Qué es esa cosa? Se mueve, se pone en pie y me mira con sus ojos rojos. Es mi padre. Sonríe y se gira, hay algo detrás suyo. Es una mujer rubia, muy guapa pero con pequeños ojos de cerdito. Es Gertrude, pero no es ella, no puede ser. Se besan, una y otra vez, sonríen y me vuelven a mirar.
- Bienvenida hija- dice mi padre.
- ¿Qué tal por Alaska?-dice aquella rubia- queriamos darte una sorpresa.
Estoy sin habla. ¿Qué ha pasado? No reconozco a mi padre, esto no es posible, no es posible que mi peor pesadilla se esté cumpliendo.
Metida de lleno en mis pensamientos no me fijé que Gertrude seguía hablando:
- Te presento a mi hijo- dijo mientras señalaba detrás de mi.
Era aquel chico del avión. No puede ser, Gertrude no tiene hijos.
-Oye, Chrisalice, despierta- oí a lo lejos.
Mi padre, Gertrude y aquel chico se empezaban a ver borrosos y me saludaban con la mano.
Me despierto. Estoy en el avión, empapada en sudor. Deena esta a mi lado mirándome.
-¿ Qué te pasa? ¿Has tenido una pesadilla?
- Sí- le respondo.
Decide no seguir preguntando.
- Vamos a aterrizar dentro de nada.
- Vale.
Me acomódo en el asiento y miro atrás en busca de aquel chico. Me sigue mirando, ¿qué le pasa? Parece preocupado.“Tal vez sólo esté pensando en su novia, boba, a ti no te mira, ni lo hará." Ojalá...
Vuelvo la vista hacia adelante y suspiro.
-¿Estás nerviosa?- me pregunta Deena.
La miro. Está seria y blanca. Parece que toda esa efusividad y entusiasmo se a esfumado de su ser.
-No, ¿y tú?
-Muchisimo, soy muy mala haciendo amigos, tengo pánico a las nuevas situaciones.
-¿Y porqué estás aqui?
-Mi padre es el director del centro.
-Vaya, no se que decir a esto...
-No hace falta.
-Yo seré tu amiga.
-¿Sí?¿de verdad?
Ya a vuelto esa locura suya y su voz de pito.
-Claro.
-No sabes la ilusión que me hace.
Está muy sonriente, da hasta miedo.
Se oye un altavoz en el cual dice que recojamos las cosas y que por favor no nos olvidemos nada porque en unos minutos aterrizaremos.
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