-Bueno John, ahora que tu hija se va tendrá que haber una reina suplente que mantenga esto en orden ¿no?- le dijo guiñandole un ojo.
Mi padre y yo alzamos la misma ceja a la vez.
-De no ser por eso diría que no soy padre e hija. Bueno creo que ya me voy. ¡Ah! por cierto tengo un par de cosillas para vosotros-nos dijo enseñando una gran bolsa-tranquilos no es ninguna molestia, es más, me agrada hacerlo. Adiós Chrisalice. Hasta luego John.
Y dicho esto le lanzó un beso y lo remató haciendo en el aire la figura de un corazón. Cogí la bolsa, la puse en la encimera y la abrí.
-¡Qué asco! ¿Qué pretende esa rubia con esto, no sentirse discriminada por esas enormes dimensiones?
-Vamos Chrissy, no seas así-me dijo el buenazo del inframundo-además no está tan mal lo que ha traido, ¿ves? aqui tienes salchichas, embutido, hamburguesas, lomo y crema de cacahuete.
Miré a mi padre con cara de circunstancia intentando que viera que yo tenía razón. Él suspiró:
-entiendela está sola y nosotros somos lo único que tiene que se le parezca, necesita a alguien a quién mimar.
Harta le dije:
-primero:no, no la entiendo. No entiendo nada de por que hace todas estas cosas, no entiendo su manera de hacer estas cosas; y segundo: te recuerdo que tiene la casa llenita de gatos a los que puede mimar.
Mi padre miró al techo y volvió a suspirar.
-¿por qué la odias tanto?
Esa pregunta me dejo fuera de juego: tenía, por una vez, razón. ¿por qué la odiaba tanto?
-Supongo que es por todo. Por sus intenciones, porque viene cuando le apetece, por que quiere hacer el papel que llevas haciendo tu desde hace diecisiete años, por que veo sus intenciones papá, quiere suplantarme.
Mi padre se acercó y me abrazó.
-Nadie te va a suplantar.
-Ya lo sé pero van a ser dos años los que voy a estar fuera y pueden pasar muchas cosas.
-Ya sabes que aquí las cosas no van a cambiar, en todo caso eso te pasará a ti-me dijo sonriéndo- conocerás a un chico guapo, que te haga reír y te trate como la princesa que eres y tu te harás la dura como siempre pero al final te acabarás enamorando incluso más que él.
Roja como un tomate le golpeé en el brazo. Mi padre siguió riendo y yo acabé por reirme también.
-Te voy a echar de menos, pequeña.
-Yo también, papá.
-Venga vamonos ya que si no tu avión despega y te quedas en tierra.
Salimos al porche y mi padre cogió mis maletas.
-Por cieto te he cogido el portátil de tu cama, casi te lo dejas-dijo sonriendo maliciosamente.
Entorné los ojos y le dije:
-Sabes que odio que entres en mi cuarto.
-No creo que haya algo que no haya visto ya.
-Bueno y si un día resulta que si,eh, ¿Cómo reaccionarias si me dejara la ropa sucia en el suelo y tu entraras y la vieras ahí?
-Sé que eso es imposible que pase por que eres una niñita educada, con modale y una buena disciplina que te he inculcado yo- me dijo dandome un beso en la frente.
-Pero ¿y si pasara?
-No va a pasar-dijo- ¿ya te as olvidado de cuando eras pequeña y me pedías por favor que durmiera contigo por que te daban miedo los cuadros?
-Ni lo menciones, todavía estoy arrepintiendome.
Mi padre me miró seriamente un momento y después sonrió cariñosamente.
-Voy a echar de menos ese humor tan raro que tienes.
-Ja, ja.
Mi padre se puso serio, se acercó a mi y me miró fijamente a los ojos.
-Oye Chrisy, al primer indicio que sientas o que veas que te ocurre algo me llamas.
-¿Algo como que se manifieste el don que dices tu que tengo?
Mi padre se puso muy tenso.
-Vale, perdón, sé que esto no es para tomarselo en broma.
-Chrisalice, debes comprender que ya no te voy a poder proteger, que vas a salir e irte a la otra punta del país y que debes tomartelo muy en serio.
-Oye papá, ¿y si es un don estúpido y no sirve para nada?
-Yo sé que no es un don estúpido y con eso me basta.
Me abrazó y me abrió la puerta del coche rumbo al aeropuerto.
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